Termina en Brasil el viejo complejo de "vira-lata", que tuvo en el ex-chanceler de Cardoso un exemplio mas rumoroso
Salió en la edicion de Brecha de martes, 29 de diciembre de 2009
Mário Augusto Jakobskind desde Rio de Janeiro
A la hora de los balances, dos presidentes se destacan en el escenario mundial. Dos presidentes de dos potencias: Obama y Lula. El primero enfrenta una opsición cerril en la política interna de su país, sufre ya en su mandato las consecuencias de la gran recesión y no consigue una política clara en materia de intervencionismo bélico. Lula, por su parte, categorizado por el propio Obama como el presidente más popular del planeta, cosecha los frutos de su segundo mandato, no sin críticas, pero casi dejando atrás un Brasil con complejo de “vira-lata”.
En los años cincuenta un conocido dramaturgo futbolero, Nelson Rodrigues, decía que Brasil padecía del complejo del “cachorro vira-lata” (un perro obediente y humilde). Rodrigues se estaba refiriendo en realidad a la selección nacional de fútbol, que en el Mundial del 54 tuvo un pésimo desempeño, pero su definición se extendió a otros planos, por ejemplo para dar cuenta de las posturas de sucesivos gobiernos. El caso más reciente en que se usó fue durante el gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso, a comienzos de esta década, cuando el entonces canciller Celso Lafer fue obligado por funcionarios de la aduana de Estados Unidos a sacarse los zapatos para ser revisado. Láfer se sometió a la exigencia sin protestar.
El “complejo de vira-lata” Brasil fue dejándolo de lado el 1 de enero de 2002, cuando eligió como presidente de la república a un ex tornero mecánico y sindicalista. Luiz Inácio Lula da Silva había llegado a San Pablo en 1952 desde el interior del estado de Pernambuco, proveniente de una familia extremadamente pobre. No había analista político que apostara en aquel 2002 a que pocos años después ese personaje se convirtiera en un líder de proyección mundial capaz de hacer frente a los más poderosos. Y fue precisamente eso lo que sucedió: Lula demostró con el paso de los años su capacidad para construir un liderazgo que este año le ha sido reconocido por todos, desde el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, hasta el venezolano Hugo Chávez, pasando por el jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero –que lo explicitó en una columna publicada en el cotidiano madrileño El País–, hasta el diario francés Le Monde, que lo eligió como personaje de 2009.
Durante los dos mandatos de Lula, Brasil abrió 35 nuevas embajadas en el exterior, 19 de ellas en África, demostrando hacia dónde apuntaban sus baterías: a convertirse en referencia de los países del Tercer Mundo. Los vínculos del país con los estados africanos, pero también asiáticos, y por supuesto con los latinoamericanos, se fueron afianzando en estos años, y Brasil jugó este año un papel de mediador en conflictos como el palestino-israelí, a petición de ambas partes.
CENTRO AL ORIENTE MEDIO. En poco menos de 15 días, en el mes de noviembre, Lula recibió en Brasilia la visita del presidente de Israel, Simon Peres, y del presidente de la Autoridad Palestina, Majmud Abbas. Los dos le pidieron que intercediera en el conflicto que los enfrenta desde hace 60 años. El brasileño dio un paso más, y osado: recibió al polémico presidente de Irán, Majmud Ajmadineyad. Por ese hecho fue fuertemente criticado por la derecha brasileña y por el propio Estado de Israel, pero al mismo tiempo que sostuvo que Irán no puede ser ignorado como un protagonista esencial en la región de Oriente Medio, no se privó de marcar sus diferencias con varias posiciones de las autoridades de Teherán, por ejemplo su negación o relativización del Holocausto judío. Lula subrayó en todas estas ocasiones su postura favorable a la creación de un Estado palestino contiguo a un Israel con fronteras seguras, y defendió el derecho de Irán a desarrollar la energía nuclear, siempre que sea con fines pacíficos y ateniéndose a las normas de la Agencia Internacional de Energía Atómica (aiea), como explicó el representante especial para asuntos internacionales de Lula, Marco Aurélio Garcia.
WASHINGTON RECONOCE EL PROTAGONISMO BRASILEÑO… El 14 de diciembre, durante un breve pasaje por Brasilia, el secretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Arturo Valenzuela, desarmó de cierta manera a todos aquellos que, dentro y fuera de Brasil, sostenían que Lula había perdido peso y prestigio en la escena internacional por su apoyo a Irán en el tema nuclear. Valenzuela subrayó, por el contrario, que el gobierno de Barack Obama ve con “buenos ojos” el hecho de que Brasil intente convencer a Teherán de someterse a las reglas de la aiea. “Brasil tiene derecho a mantener relaciones con quien quiera, pues es un país soberano”, señaló.
El tono amistoso de Valenzuela respecto a Brasil, sorprendente para ciertos analistas, difirió de las amenazas proferidas por la secretaria de Estado y ex primera dama estadounidense Hillary Clinton hacia los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Nicaragua por haber mantenido posturas en el fondo bastante similares a las brasileñas en relación a Irán, aunque formalmente menos “espectaculares”. Lula tampoco había callado ante Valenzuela su oposición a la instalación de bases estadounidenses en Colombia bajo pretexto de combate al narcotráfico; y de Marco Aurélio Garcia el secretario de Estado adjunto escuchó una exhortación a que Estados Unidos remplace las “guerras de declaraciones” contra ciertos países por un “diálogo directo”, en aparente alusión a Venezuela. En suelo brasileño, Valenzuela se explayó sobre los nulos riesgos que representarían para terceros países las bases en territorio colombiano, cosa que no hizo en todos lados. En estas actitudes hay un rasgo común: la admisión del hecho de que el Brasil de hoy es una potencia que trasciende a su propia región.
… ALEMANIA TAMBIÉN. Angela Merkel, la recientemente reelecta primera ministra alemana, se vio sorprendida cuando tras su reciente encuentro bilateral con Lula en Berlín, en la conferencia de prensa que lo siguió, el brasileño no dudó en manifestar sus discrepancias con todas aquellas potencias occidentales que tanto critican a Irán y a otros países por pretender disponer de armamento nuclear y se arrogan el derecho de tenerlo ellos mismos. La prensa alemana subrayó la valentía de Lula, y destacó la fuerte aceptación que el mandatario tiene no sólo en su propio país (un inédito 80 por ciento de respaldo) sino en otros del continente americano y extrarregión. El diario económico Handelsblatt vaticinó que en un plazo no mayor a quince años Brasil se convertirá en una de las diez mayores economías del planeta, superando incluso a Gran Bretaña y Francia, e indicó que en ese sentido la actitud de Lula ante Merkel, lejos de ser “pedante”, fue realista.
Una vez que el jefe de Estado brasileño participaba en Europa en un encuentro que contaba con la presencia de los principales líderes mundiales, fue saludado por Barack Obama como “the man”, el hombre, aludiendo a que se trataba del presidente más popular del planeta.
Opositores de izquierda de Lula interpretaron el gesto del estadounidense como un reconocimiento a la acción del brasileño en pro de las trasnacionales que operan en su país. Para otros se trató simplemente de una actitud acorde con el peso de Brasil en la escena mundial. Recordaron que Lula tuvo también una muy buena relación con el predecesor del negro “progresista”, el halcón George W Bush, a pesar de defender puntos de vistas divergentes.
Todos estos hechos, destacan analistas brasileños, demuestran a la vez el talante negociador y firme del actual presidente, que ya había expuesto cuando dirigía el sindicato metalúrgico de São Bernardo do Campo, en el ABC paulista, el área más industrializada de Brasil. Ahora lo estaría exhibiendo al tratar no sólo a los líderes de las potencias más ricas del orbe sino también de distintas ideologías.
En los foros internacionales –un ejemplo es el de Copenhague sobre cambio climático, que acaba de finalizar– Lula aparece generalmente defendiendo las posturas de los países del Sur. En la capital danesa dijo, dirigiéndose principalmente a las potencias occidentales: “es inaceptable que los países que tienen menos responsabilidades en las transformaciones climáticas sean sus primeras y principales víctimas”. El brasileño había participado activamente en las negociaciones que tuvieron lugar para llegar a un acuerdo que no fuera sólo un conjunto de promesas sin metas obligatorias, pero finalmente resaltó el fracaso de las tratativas, lo que le valió enfrentarse a Obama, que insistió en cambio en los “avances” registrados en Copenhague.
DE CARA A LA REGIÓN. También respecto a la actitud brasileña hacia América Latina la llegada al poder de Lula supuso un cambio de 180 grados. Con Hugo Chávez y con Evo Morales tuvo un acercamiento particular, pero eso no le significó romper con el colombiano Álvaro Uribe o el peruano Alan García, en las antípodas de los dos primeros. Lula medió entre Caracas y Bogotá tras el agudizamiento del enfrentamiento bilateral por la instalación de las bases estadounidenses en Colombia.
Cuando el presidente boliviano decidió rever contratos firmados por sus predecesores con Brasil, en especial en el plano de la explotación petrolera, contratos particularmente lesivos para La Paz, Lula se reunió en varias ocasiones con su par quechua y terminó firmando una suerte de acuerdo de paz que recogía la mayor parte de las demandas bolivianas. La derecha brasileña había reclamado el desplazamiento de tropas hacia la frontera boliviana para hacerle sentir al osado “indio” que no debía ser insolente con la principal potencia sudamericana. Morales reconoce hoy en Lula al principal dirigente latinoamericano.*
El golpe de Estado en Honduras sirvió también a Lula para marcar su peso y su postura independiente. Fue de los que más firmemente se opuso al derrocamiento del presidente constitucional Manuel Zelaya, y dio asilo a éste en la embajada brasileña en Tegucigalpa, donde hasta hoy permanece. Hasta ahora Brasil no ha reconocido la victoria de Porfirio Lobo en las elecciones hondureñas de noviembre, a las que consideró ilegítimas, y así se lo hizo saber al enviado de Obama Arturo Valenzuela, que pretendía la bendición brasileña para el futuro gobierno del país centroamericano.
UNASUR Y CONSEJO DE DEFENSA. El impulso dado al proceso de integración latinoamericana que se verificó en especial desde la generalización de los gobiernos progresistas en el área fue acompañado por el Brasil de Lula. La Unión de Naciones Suramericanas, surgida en mayo de 2008 tras una propuesta de Chávez de fomentar la integración energética, y que reúne a 12 países, ganó fuerza a partir del espaldarazo que recibió de Brasil, tal como lo admitió el propio líder bolivariano. Y en diciembre de 2008, por iniciativa del brasileño, vio la luz el Consejo de Defensa Sudamericano, que apunta a la elaboración, entre otras cosas, de una política de defensa regional común, un intercambio de personal castrense entre los 12 integrantes de la Unasur, la realización de maniobras militares conjuntas y la participación común en controvertidas misiones de paz de las Naciones Unidas. En este último plano no sólo Lula sino otros presidentes progresistas de países sudamericanos que tienen “cascos azules” por ejemplo en Haití (es el caso de Uruguay) han recibido críticas desde dentro de sus propias fuerzas políticas.
Hay quien dice que el prestigio ganado en el plano internacional llevará a Lula a postularse para un cargo de primer plano luego de que abandone la presidencia brasileña, el 1 de enero de 2011. La secretaría general de las Naciones Unidas no aparece como una meta descartable o inalcanzable al ex sindicalista.
Por lo pronto, una de las metas de Lula, que es también una vieja aspiración de Brasil pero que hoy es menos utópica que algunos años atrás, es ocupar uno de los puestos permanentes en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en el marco de una reestructura global de este foro internacional que lo haga más acorde a la realidad mundial actual. Para ello cuenta con el apoyo de importantes países de los llamados “emergentes”. Si lograra ese objetivo, el complejo de vira-lata, ya en vías de superación, quedaría definitivamente en el pasado brasileño.
* Con el Paraguay de Fernando Lugo sucedió algo similar. El paraguayo reclamó la renegociación del leonino (a favor de Brasil) acuerdo bilateral para el uso de la energía producida por la represa binacional de Itaipú, acuerdo firmado cuando ambos países estaban gobernados por dictaduras. Lugo y Lula firmaron un acuerdo que reparte un poco mejor los dividendos, pese a fuertes resistencias internas en Brasil. El tema de los “brasiguayos”, grandes terratenientes brasileños todopoderosos en Paraguay, hoy por ejemplo en la soja, es un fuerte motivo de litigio que permanece entre ambos países. Los brasiguayos son responsables de masacres de campesinos y de desastres ambientales.
quarta-feira, 30 de dezembro de 2009
Assinar:
Postar comentários (Atom)
Nenhum comentário:
Postar um comentário