Un cubano que vive en Francia rechaza la imagen impuesta a la emigración cubana por los monopolios mediáticos durante más de cinco décadas
Naufrago de nostalgias
Luis Jesús González
Fuente: Trabajadores
Refugio ideal de intelectuales y dictadores destronados en el siglo XIX, en la Francia de hoy, más globalizada y menos acogedora que en el pasado, un cubano con nombre de poeta y apellido de pintor, sobrevive en el mar de las nostalgias, por eso, encontrarse con Virgilio Ponce resulta la reproducción de un infinito diálogo en una esquina de La Habana.
Después de casi un cuarto de siglo en Europa, ¿cómo visualizas la imagen del emigrante cubano fuera y dentro de Cuba?
Desgraciadamente permanecimos mucho tiempo en el limbo y nos han acuñado una visión distorsionada de nuestra realidad. La imagen mundial de todo emigrante cubano es la de un balsero que huye del infierno comunista. Es casi una categoría especial diseñada en Miami y orientada desde Washington por los arquitectos de la Guerra Fría. Es un sello impuesto que nos diferencia del resto de las migraciones, con las que tenemos tanto en común. Tengo vecinos que me tildan de comunista por ser cubano y no venir de Miami. Al mismo tiempo, en Cuba existe una imagen irreal del emigrante, heredada de los cubanos que residen en Estados Unidos, y se nos identifica como supuestos triunfadores por vivir y consumir al nivel del primer mundo, cuando —en honor a la verdad— la realidad no es tan idílica como la pintan.
¿Responde tu actual existencia francesa a las expectativas iniciales?
Después de más de 20 años de trabajo, con un infarto y dos isquemias, soy un pensionado de seguridad social francesa. Vivo sin lujos ni derroches, gracias a una legislación basada en el antiguo estado de bienestar europeo, hoy amenazado por las intenciones del gobierno de reducir gastos ante la actual crisis económica, y que siempre no alcanza a todos por igual. Los cubanos en Europa formamos un enorme mosaico social: te puedes encontrar desde reconocidos especialistas en medicina como suplente de primeros auxilios hasta ingenieros que se ganan la vida como profesores de salsa. Conozco a un pintor graduado en el Instituto Superior de Arte que maneja un bicitaxi en Londres. Muchos que nunca trabajaron en Cuba desempeñan labores que por nada del mundo hubieran realizado en su país. También los he visto que viajan de forma temporal traen artículos deficitarios en Cuba y un poco de dinero, con lo que aparentan una gira exitosa, porque casi nadie habla de sus dificultades o de los meses que pasaron comiéndose un cable.
Para muchas personas emigrar equivale a “quemar las naves” del pasado. ¿Cuáles razones te impulsan a volver a la “semilla”?
Siempre vuelvo a Cuba. Aquí tengo a mi padre y a mi hija que estudia en la universidad, a la que cuando le pregunto: ¿qué necesita?, me responde “que vuelvas”, porque su prioridad radica en el plano espiritual, lo que no quiere decir que no necesite un par de zapatos como todo el mundo, pero se aprecia que, pese a las limitaciones materiales de millones de cubanos, hay una influencia del entorno familiar, algo que solo lejos de Cuba se valora en toda su dimensión.
Pese a ser mayoría en varias naciones europeas, los medios de difusión reproducen al inmigrante cubano dentro del modelo asignado por la propaganda norteamericana, ¿qué alternativa les queda a los cubanos que buscan mantener vínculos con su nación de origen dentro de las reglas de la libertad de expresión?
Por mucho tiempo y aún somos una mayoría silenciosa. En Francia los medios difunden las declaraciones de Zoe Valdés, de otros que ocuparon una posición política o administrativa o de alguna figura abiertamente contrarrevolucionaria, como si fuera expertos en los problemas de Cuba, por el simple hecho de tener un mensaje agresivo, pero sin ninguna capacidad de convocatoria entre los emigrantes cubanos. Por otra parte, se ha impuesto el doble rasero que mete en el mismo saco a los que van en busca de una mejoría económica con los que reniegan del país en que nacieron. Si un emigrante africano se roba un avión o un barco para salir de la miseria en que vive lo tratan como a un delincuente, en cambio, si lo hace un cubano allá va toda la prensa sensacionalista a pintarnos un “héroe” temporal.
¿Qué conclusiones puedes sacar de tu experiencia europea?
Es conocido que, desde la desaparición de la Unión Soviética, Cuba vive bajo rigurosas limitaciones materiales, acrecentadas por el bloqueo norteamericano, pero su proyecto social —con todos sus defectos— es muy superior a lo que nos ofrecen las naciones desarrolladas y eso lo palpo en Francia, donde la misma persona que enumera las carencias materiales de su vida en la Isla, también me dice: “como Cuba no hay nada”, lo que confirma, que a pesar de la distancia, existe un sentimiento patriótico mucho más profundo que cualquier discurso.
¿Cómo vislumbras el futuro de las relaciones entre Cuba y sus emigrantes?
No soy adivino, pero tengo confianza en el futuro. Estoy convencido de que existen condiciones para modificar el patrón que nos han impuesto. Sé que no será fácil, pero creo que es posible, porque con bloqueo o sin bloqueo, hay Cuba para rato.
Fecha de Publicación: 16/02/2010
segunda-feira, 22 de fevereiro de 2010
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