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boris casoy

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sábado, 31 de julho de 2010

Colombia-Venezuela, más allá de la manipulación de las emociones




Aram Aharonian*



Fuente: ALAI AMLATINA  -

La situación suscitada entre Colombia y Venezuela pareciera conformar el preámbulo de un conflicto bélico que habría que situarlo, forzosamente, en el contexto geopolítico internacional de guerra asimétrica diseñado por el imperialismo, máxime cuando se trata de atacar a un gobierno y un proceso de tendencia socialista, en un país que posee grandes recursos naturales, especialmente energéticos, de escasez mundial.

¿La última provocación de Uribe? Álvaro Uribe no sólo convirtió su país  en una suerte de portaviones estadounidense, sino que se empeñó en escalar los conflictos en la línea de militarización que defienden el Pentágono y el Comando Sur como modo de asegurar el control de un patio trasero que se les escapa de las manos.

Los primeros desarrollos de la denuncia realizada por el actual ministro de defensa de Colombia y posiblemente próximo embajador en Washington, el empresario cafetalero Gabriel Silva, pone en evidencia la ejecución de una operación sicológica de masas (OPSIC), obviamente dirigida a la
formación del imaginario colectivo para fortalecer el tema del vínculo del gobierno de Hugo Chávez con las FARC.

Esta matriz que viene siendo trabajada desde hace tiempo y desde diversos frentes, con el objeto de hacer una acusación en instancias internacionales y facilitar una eventual intervención militar
“antiterrorista”. A Caracas se le acusa de tener vínculos no solo con las FARC sino con etarras e iraníes, en lo que se da en llamar el “eje del mal”, en medio de la presentación de un mapa del terror conformado por la presencia de tropas y bases estadounidenses no solo en Colombia,

Araba y Curazao, sino también en Costa Rica y quizá mañana en Panamá, nuevamente.

Las operaciones psicológicas son dirigidas a masas poblacionales sobre las cuales se quiere influir en tiempos de confrontación. Se trata de la manipulación de las emociones .Hay que tener en cuenta que siempre las OPSIC han servido de preámbulo para una agresión militar, provocando un incidente dentro de la concepción de operaciones extraterritoriales o persecución en caliente.

Las operaciones psicológicas no son un fenómeno mediático aislado, sino que poseen finalidades políticas múltiples tales como deslegitimación del proceso, descalificando la obra del gobierno de Chávez, exaltando fallas y errores.

Esta ofensiva mediática colombiana bien puede ser utilizada como plataforma en el proceso eleccionario venezolano que se avecina, donde la oposición vernácula funciona como caja de resonancia de la campaña, quizá con la esperanza de que el gobierno bolivariano se vea obligado a
adoptar una postura defensiva ante el arribo del gobierno de Juan Manuel Santos.

Pero hay algo que nos llama la atención en Venezuela y es el desarrollo de una matriz de opinión, fruto de la ingenuidad, la desinformación, donde se afirma que con el arribo formal de Santos al gobierno, la
estrategia va a cambiar y se van a disipar las amenazas. Esto obedece a falta de información o ignorancia de la trayectoria y ejecutoria de Santos en el Plan Colombia y en el Plan de Seguridad Democrática. O a manifestaciones de deseo que la tensa situación cambie y el temor o el miedo se disipen.

No se comprende que existe una política de Estado, en la que están inmersas las políticas unicacionales (informativas, publicitarias) que, dirigidas a la parte emotiva y no racional del ciudadano, anteceden, acompañan y justifican las acciones políticas, Y un tándem que las lleva adelante: Uribe-Santos.

Santos, no hay que olvidar, es el artífice (con la complicidad y/o anuencia de Uribe) de los “falsos positivos” (endilgar a la guerrilla del asesinado de centenares de jóvenes, en montajes de los organismos de seguridad), de la violación de la soberanía de países vecinos bajo la concepción de las operaciones extraterritoriales (bombardeo del campamento de Raúl Reyes en Ecuador), del asesinato selectivo de dirigentes populares, campesinos e indígenas, de los acuerdos para instalar soldados gringos en las bases y en el territorio colombianos.

Hay que tener claro que hay gente –como Santos, que supo contar siempre con una excelente caja de resonancia mediática para sus planes- en las altas esferas de Colombia –quizá con asesoramiento extranjero– capaz de poner una bomba en la Escuela de Guerra para paralizar los acuerdos de canje humanitario del gobierno y la guerrilla.

Santos no es menos derechista ni fascista que Uribe y seguirá siendo un fiel aliado de Washington y combatirá a la guerrilla hasta exterminarla.

Antes de ocupar el Ministerio de Defensa, y en plena campaña presidencial de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos contrató los servicios  de The Rendon Group para el "partido de la U". Hay que recordar que casi 50 por ciento de la ayuda estadounidense para el Plan Colombia se dedicó a una campaña de imagen del Ministerio de Defensa, encabezado por Santos.

Como buen oligarca, Santos piensa en grande, en los intereses de su clase. Uribe piensa en su futuro personal, dice Raúl Zibechi. Y no puede seguir el mismo camino de su antecesor, porque hoy la guerrilla no es ya una amenaza para la estabilidad del Estado ni para la gobernabilidad. Y para asegurar el poder de las clases dominantes, ahora debe apelar al crecimiento económico para edificar las bases de largo plazo de la estabilidad.

Los medios de comunicación social son cada vez más importantes en la formación del imaginario colectivo, precediendo, acompañando y justificando los conflictos. En este caso se trata de una operación psicológica tendente a la utilización de los déficits en varias direcciones como la consolidación de una fuerza opositora con mayoría electoral, el aislamiento internacional y la justificación de una intervención militar.

Apunta a la ingobernabilidad y sirve de caldo de cultivo para la  insurgencia armada interna (guarimba, paramilitarismo, operaciones encubiertas, rebeliones parciales tanto policiales como militares), la
agudización de las contradicciones, incentivando paros y huelgas, hasta llegar al colapso del aparato productivo, para intentar presionar el pronunciamiento militar. Cabe recordar el paro petrolero de 2002
con la operación psicológica buscan generar un contexto de máxima presión con la movilización social: marchas, tomas, trancas, paros, huelgas, posiblemente crear una situación de caos y crisis total del país, que genere conflictos, hostilidades, enfrentamientos y violencia.

Para Carlos Lanz eso significa fomentar el calentamiento de calle y la violencia social como clima de desestabilización general que se necesita, similar a la de abril de 2002, lo que permitiría pasar a las
acciones militares, como sucediera en Europa del Este, donde la lucha de calle combinada con grupos de choque armados que copan edificios sedes del gobierno, logran paralizar a las fuerzas del orden y derrocan al gobernante de turno.

Y el telón de fondo que permite comprender las motivaciones en este cuadro de crisis capitalista es la conquista de mercados y control de las materias primas (fundamentalmente las energéticas) a través de los tratados de libre comercio, y la presencia militar norteamericana bajo el pretexto del combate global al terrorismo y al narcotráfico, permitiendo que el complejo industrial-militar, con sus empresas
contratadas hagan negocio con la traída de mercenarios, vendiendo armas y equipos: helicópteros, radares.

Todo esto se va a ver ampliado con la instalación de soldados estadounidenses en las siete bases en territorio colombiano. EEUU no se limita a levantar un campamento, sino que importa toda la cultura de
comida rápida, centro comercial y recipientes de usar y tirar, señala Lanz.

Lo que hereda Santos

A Santos, en la continuación del gobierno de ocho años de Uribe, le toca atacar el frente interno, donde deberá depurar no solo algunos cargos militares sino también varios en la administración del Estado, además de mejorar las relaciones con los otros poderes, el Judicial y el Legislativo.

Pero el otro frente decisivo es el externo, hacia donde Santos debe relanzar la economía y eso pasa, sin dudas, por mejorar las relaciones con los vecinos y potenciar la integración regional. Algunos analistas
señalan que por eso Santos se propone recomponer las relaciones con Venezuela, pero obviamente desde posiciones de fuerza.

El cuadro de situación es dramático: las exportaciones colombianas a Venezuela cayeron de 7 mil millones de dólares en 2008 a menos de mil 100 millones; el nivel de pobreza es de 43% y la indigencia alcanza 16%, en un país que ostenta las mayores tasas de desempleo y de informalidad de la región. Venezuela ha sustituido estas importaciones por compras a Argentina y Brasil.

La frontera binacional de dos mil 200 quilómetros vive en la permanente angustia económica por la parálisis comercial, y antes de partir Uribe decretó la emergencia social en los 37 municipios fronterizos, suspendiendo –incluso- el cobro del IVA.

Santos no puede relanzar la economía sin mejorar las relaciones con Brasil, capaz de absorber porcentajes crecientes de la producción de sus vecinos. El ministro de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de Brasil, Samuel Pinheiro Guimaraes, acaba de lanzar un Plan Marshall para estimular y financiar la transformación económica de los países menores; abrir, sin exigir reciprocidad, sus mercados, y financiar la construcción de la infraestructura de esos países y su
interconexión continental, (de forma de asegurar su dependencia).

Y también, si quiere acceder al TLC con Estados Unidos, Colombia deberá mejorar en mucho su deteriorada imagen en la defensa de los derechos humanos. El Comité de Derechos Humanos de la ONU denunció la última semana en Ginebra la impunidad de que gozan paramilitares que cometieron
graves violaciones de los derechos humanos en Colombia. "En la práctica existe impunidad para un gran número de graves violaciones de derechos humanos. Entre los más de 30.000 paramilitares desmovilizados, la gran mayoría no se ha acogido a la Ley No. 975 de 2005 y falta claridad cerca de su situación jurídica".

Para este tema de mejorar la imagen humanitaria, Santos utilizará a su vicepresidente, Angelino Garzón, un ex dirigente sindical de la Unión Patriótica y ex gobernador del Cauca, quien acaba de elogiar a Chávez por haberle pedido a las FARC y al ELN que cambien su estrategia armada.

La especialidad de Rendón Group es la de reclutar y subcontratar agentes (periodistas, presentadores de televisión, artistas populares, académicos) dispuestos a justificar ideológicamente el Plan Colombia o Plan Patriota y, finalmente, la estrategia de "seguridad democrática" del presidente Uribe. Y a eso se dedicó, desde que en 2002 impulsara la creación de la Fundación Seguridad y Democracia (FSD), integrada por un "selecto grupo de personas".

Aquí no terminó la historia

Pero estas versiones emitidas por el canciller colombiano, para ser creíbles, requieren de confirmación empírica, ya que no se pueden sostener con un simple montaje. Por eso hay que esperar acciones
encubiertas complementarias, nuevas provocaciones que avalen el supuesto salto al vacío.

La confirmación del desarrollo de una operación montada según el esquema de The Rendón Group (extrapolaciones, generalizaciones, proyecciones),  reproduce actuaciones anteriores que marcan la complicidad de los medios masivos de comunicación: el mismo día de la primera denuncia la revista
Semana publicó un artículo con el mismo el guión argumental sobre la presencia de la FARC en territorio venezolano. Y en la noche, la televisora Caracol montó un escenario similar.

Hay diversas técnicas utilizadas en esta operación sicológica, como las distorsiones informativas, a lo que llaman la gestión de percepción vía noticia, bombardeando la misma imagen y el mismo mensaje –por ejemplo- por CNN, Caracol, las agencias trasnacionales de información y los medios venezolanos de oposición.

El primer objetivo de la operación psicológica es la de marcar la agenda  informativa y política y producir y distribuir noticias intoxicadas, temas generadores priorizados y jerarquizados, repetidos por diversos medios nacionales e internacionales, hasta que lleguen a ser creídos y hasta defendidos. En dicho proceso se aplican métodos de fragmentación, extrapolación, generalización, proyección, silencios e imágenes y audios censurados, con excelente manejo de la presentación gráfica, programas de opinión con “expertos”. La ejecución está en manos de un conjunto de operadores: armadores, anclas, legitimadores, validadores, político-sindicales, financieros.

(*)Periodista uruguayo-venezolano, fundador de Telesur, director del Observatorio en Comunicación y Democracia (ULAC)

Fecha de Publicación: 30.7.2010

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